Nuestra Semana Santa

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Pasada esta Semana Santa, y tras hacer un repaso de la misma, podemos estar orgullosos de las actuaciones realizadas. Comenzamos nuestra participación en la semana grande en Berja, en una procesión magnifica organizada y realizada por la Hermandad de la Misericordia. Una de esas Hermandades que hay que tener siempre presentes por su buen hacer. Especial mención requieren los costaleros del Cristo de la Misericordia, los cuales dieron una soberana lección de cómo se trabaja bajo un trono, recogiendo aplausos y admiración de cuantos pudimos contemplar su paso por las calles de éste municipio almeriense. De esta actuación, recibimos muy buenos comentarios por parte de la Hermandad.  Agradecer desde aquí sus buenas palabras es de ley, y sobre todo decir que para nosotros fue un placer poder acompañarlos en su estación de penitencia, y que esperamos haber estado a la altura de una cofradía tan grande como esta de la Misericordia, y poder repetir año tras año con vosotros, mientras queráis tenernos presentes.

En la tarde noche del Miércoles santo, un año más nos aguardaba el Paso Morado y su talla del Nazareno. Tras un par de días de descanso, concluido el Domingo de Ramos, en los que cada cual realizaba sus quehaceres diarios, nos volvíamos a reunir, para ponerle la banda sonora al Miércoles Santo Tabernero. De especial mención es el encuentro que hacia el final de la procesión se realizó en la plaza de la iglesia entre el Nazareno y la Esperanza, imágenes titulares de los morados, que al son de marchas procesionales pusieron el broche de oro a una gran noche.

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Y llegaba el jueves santo, uno de esos días especiales que dan sentido y compensa el esfuerzo que suponen los ensayos y las tareas a realizar para tenerlo todo a punto y en orden a tiempo. Tocábamos en casa, ante los nuestros y acompañando al Nazareno Orialeño, por las calles de un pueblo que como cada año se engalana deseoso de que llegue este día para ver a su cristo. Formados y expectantes pudimos ver como cadenciosamente se acercaba al umbral de la puerta de la Basílica de Ntra Sñra de las Mercedes, su casa. Con el temple y la maestría de sus costaleros abandonó por unas horas su casa para visitar y recorrer las calles de un pueblo que lo idolatra, y nosotros orgullosos tras él, hicimos lo posible por estar a su altura y ofrecer lo mejor de nosotros y de la música que hacemos para poder honrar su presencia. Tal era el ansia de acompañarlo que todo paso como en un suspiro, y ya dentro de su Basílica, Oria entera se despidió de él, deseando que el tiempo se acelere y pase raudo y veloz para poder disfrutarlo enrtre nosotros un Jueves Santo tras otro más.

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Tímidamente asomaban los primeros rayos de sol del Viernes santo entre los cerros y lomas que conforman y dan su carácter propio a esta vieja villa de Oria, cuando emprendimos nuestro siguiente destino, Vera. Cansados por la fatiga y la falta de sueño, pero alegres y con las fuerzas de la ilusión intactas, nos encaminamos hacia esta bonita ciudad costera, en busca un año más de nuestra querida Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y su magnífica procesión. Si la alegría de volver un año más a vera no era de por si suficiente, en esta ocasión además podíamos congratularnos aún más si cabe, ya que íbamos a tener la oportunidad de poder interpretar algunas de nuestras marchas ante el titular de la cofradía, ante la petición efectuada por algunos de los hermanos de la misma. Un honor para el que esta maravillosa cofradía había pensado en nosotros. Sin embargo la mala fortuna y la necesidad de cumplimentar sus horarios por la cofradía veratense nos impidió llegar a su encuentro con la premura suficiente para poder satisfacer la petición que nos hicieron. Esta es sin duda una espina clavada que esperamos tener la oportunidad de poder sacarnos muy pronto. Como siempre, la cofradía del Nazareno de vera realizo una magnifica procesión por las calles de una población que en pleno se lanzó a la calle para ver el paso magistral de la misma. Nuestra más sincera enhorabuena al paso del lavatorio, al cual tuvimos el honor de acompañar, por la procesión realizada. Unas magníficas costaleras hicieron el deleite de los que pudimos contemplar su procesión por las calles de Vera.

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Satisfechos por la actuación realizada, pero con esa espinita de no haber podido dedicar unas marchas a la imagen del nazareno, abandonamos Vera con la convicción de que un año más hemos acompañado a una de las mejores cofradías de la provincia de Almería.

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Tras parar en Albox para realizar la típica comida que todos los años venimos realizando con la intención de unir más aun si cabe al grupo y homenajear a todos sus componentes por el sacrificio realizado día a día para que este proyecto funcione, nos encaminamos de regreso a Oria, donde nos esperaba Ntra Sñra la virgen de los Dolores. Otra vez en casa y ante los nuestros y con el cansancio haciendo mella en todos nosotros, nos dispusimos ante la puerta de la Basílica Orialeña con la misma ilusión y energía de quien se estrena en estas lides para recibir y acompañar a la señora de Oria. Con toda la ilusión del mundo partimos tras ella en su estación de penitencia por las calles Orialeñas. Un pueblo entero a su paso, conmovidos por el dolor de aquella que acaba de perder a su hijo de la foorma más cruel, acompañaba en su duelo a la madre de todos los Orialeños. Triunfal y hermoso fue su regreso a la Basílica en una apoteosis de aplausos y vivas que al son de las marchas de su banda, la acompañaban a cad paso hasta su lugar junto al altar mayor de la Basílica, lugar de privilegio desde el cual pudo ver como su hijo, ya muerto sobre el sepulcro entraba tras ella a la iglesia Orialeña.

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Llegaba el Domingo de Resurrección, y con él el final de una Semana Santa Para el recuerdo. De camino a la Basílica desde la cual se proclamaría a los cuatro vientos la resurrección del Salvador, acompañamos al Resucitado Orialeño al son de las marchas más triunfales y alegres de las que componen nuestro repertorio. Cristo en su triunfo ante la muerte, acompañado de su madre y de su discípulo predilecto, cruzaban de regreso el umbral de acceso al templo, poniendo el broche de oro y el final a la Semana Grande Orialeña.

 Con nuestro deber cumplido, cada cual regreso a su rutina diaria, tristes porque la Semana Santa había terminado, pero ilusionados con los nuevos proyectos y retos que nos aguardan para el futuro.

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